Quiénes somos

En el ciclo económico, el punto final es, siempre, el consumidor. A él se destina todo ese ciclo productivo. El consumidor es quien utilizará los productos y servicios finales. Los servicios entre empresas son meros ensamblajes dentro del ciclo productivo. Pero cualquiera de esos ciclos termina siempre en el consumidor.

Cualquier empresa ha de convencer al consumidor para que este compre su producto o servicio. Es por este motivo que el poder recae en manos del consumidor, pues su dinero decidirá el destino del mercado.

No obstante, las herramientas publicitarias permiten convencer al consumidor de la necesidad de comprar ciertos productos. EL consumidor responderá de la manera esperada o de otra, pero como las herramientas de marketing van evolucionando, el poder real del consumidor se va diluyendo.

Las estrategias del veganismo se centran en convencer a los consumidores para que escojan consumir productos veganos. Y no obstante, ¿son ellos quienes deciden qué comprar?

Es posible que la respuesta sea negativa.

Son los fabricantes, las empresas, quienes deciden qué comprarán estos consumidores. Para ello existen unas complejas leyes, reglas, tratos dentro del submundo del comercio Mayorista y Minorista. Según los lugares donde aparezca un producto, ya sea en TV, en el escaparate de Zara, en un estante de Carrefour, en prensa, en la sección moda de El Corte Inglés, en McDonald’s…, según donde aparezca, más o menos consumidores verán el producto y el mensaje que astutamente unen a dicho producto. Así se crea en la mente del consumidor la imagen asociada de un producto y la aportación virtual de dicho producto. Un buen traje aporta clase, un buen TV ratos de ocio junto a la familia o amigos, un vestido resulta sexy, etc…

En una superficie comercial como Carrefour, nada está ubicado al azar. Hay una dura competencia entre todos los fabricantes por ocupar los mejores estantes de los mejores pasillos. Pues según el lugar que ocupe un producto, se comprará más o menos. ¿Entonces es que el consumidor es un mero títere al servicio de estas empresas, quienes juegan con ellos como si fueran los peones del ajedrez?… Tristemente esa es la realidad. Nosotros mismos somos peones y nos dejamos influenciar por estos gigantes de la producción y sus estrategias de marketing.

Sabemos que la explotación animal existe porque hay quienes se benefician de ella. Si algo da dinero, alguien lo explota. Los animales no-humanos (ANH a partir de ahora) son considerados como objetos, materia prima que se utiliza para formar productos, como la madera, el hierro o el agua. El cadáver de un ANH es descuartizado y su carne servida en bandejas. El consumidor actual, ajeno a los ANH, a la explotación, a la ganadería, solo ve unas bandejas limpias y relucientes, que una vez cocinadas de la manera adecuada permiten “disfrutar” de un plato “delicioso”. Pero pocos consumidores conocen el proceso mediante el cual un ANH acaba en una bandeja en los estantes de Mercadona.

El consumidor actual (que vive en ciudades), no conoce el sufrimiento que se esconde tras esa bandeja. Quizá lo ha escuchado alguna vez, habrá visto imágenes, pero el cerebro es sabio y puede filtrar el contenido dañino para el individuo. El consumidor desconoce la realidad, o la ha olvidado. Una manera de actuar es mostrándole la realidad, pero no obstante, el cerebro fuerza un rechazo a una realidad que incomoda y modifica el modo de vida cómodo donde el individuo se ha asentado. Además las grandes empresas bombardean con sus productos, con nuevas necesidades (estatus, belleza, diversión, auto-realización), y las cadenas de TV bombardean con los “verdaderos” problemas (ETA, guerras, hambre en el tercer mundo, el catalanismo, los controladores aéreos…) El individuo no cree lo que se le cuenta. Porque si eso fuera así, todo el mundo lo sabría. El consumidor desconoce que el poder lo ostentan las grandes empresas, pues sin la ignorancia del consumidor, las leyes del marketing no tendrían validez ni sentido. Y se aferra a la realidad que conoce y con la cual se siente cómodo… O mejor dicho, es su cerebro quien activa los mecanismos de protección. La información se olvida o se desecha sin más.

Y mientras, las grandes empresas pagan a las granjas, a los criaderos, a los mataderos. Las grandes empresas siguen comprando los productos (cadáveres), totalmente ajenos a la lucha ética de millones de individuos, totalmente ajenos a los cambios en la actitud social. Los consumidores cambian, pero son las empresas quienes deciden qué van a comprar o dejar de comprar, creando necesidades o modificando las existentes. Da igual cuántos actos de protesta ocurran en las calles, pues las superficies comerciales son un sub-mundo dentro de este mundo absurdo en que vivimos. Allí no saben de valores, de escándalos. Allí solo saben de euros, de número de ventas, de descuentos y promociones, de estrategias comerciales de los competidores.

Aunque el 60 % de la población esté en contra del consumo de huevos, mientras las superficies comerciales vendan huevos, los granjeros y mataderos seguirán afilando sus cuchillos y derramando sangre sobre la paja y el cemento.

Y aun así, no hay veganos encargándose de atacar esta nueva vía (en realidad no es nueva, sino la más vieja de todas): la economía.

El día que las superficies comerciales no vendan huevos, los granjeros de gallinas y pollos cerrarán y gran parte de los mataderos se pudrirán en el olvido, sus muros antes infranqueables cubiertos de musgo y enredaderas.

El día en que las superficies comerciales no vendan leche de origen animal, los granjeros de vacas cerrarán, y gran parte de los mataderos harán lo propio.

El día en que las superficies comerciales no vendan paté, ni carne de cerdo, entonces esos granjeros se arruinarán, y los mataderos cerrarán sus puertas para siempre.

No mueren ANH porque la sociedad es malvada, ni porque hay pocos veganos. Mueren millones de ANH porque da dinero. Porque muchos se hacen millonarios con la muerte en masa de inocentes. Venden los cadáveres, la piel, la carne, y sus cuentas se engrosan con más millones. Reciben subvenciones, publicidad, el apoyo de grandes superficies comerciales, como Carrefour, EL Corte Inglés, Mercadona, etc…

Solo las ventas en las superficies comerciales permiten sustentar la explotación animal. Si un supermercado como Mercadona cambia las hamburguesas de cerdo por hamburguesas vegetales, miles de ganaderos, granjeros, dueños de mataderos, se arruinarán, y dejarán de matar.

Realmente la solución sería conseguir que las estanterías de las grandes superficies comerciales cambiasen los productos provenientes de la explotación de ANH por otros de origen vegetal. Esto provocaría el fin de la explotación animal. Si empresas como El Corte Inglés dejasen de vender pieles, entonces miles de empresas peleteras cerrarían para siempre. Y si El Corte Inglés no vende pieles, los consumidores no las buscarán en otro lugar. Ellos comprarán lo que haya en el Corte Inglés, tal es el poder del marketing.

Una vez leemos esto, ¿qué hacer?

Nosotros hemos constituido la Asociación Española de Consumidores Veganos (AECV), una ONG que pretende conseguir el objetivo antes mencionado: Que las superficies comerciales sustituyan los cadáveres por productos vegetales. Sabiendo que un estante en Mercadona que cambie hamburguesas de cerdo y ternera por hamburguesas vegetales, supondrá que varios cientos de miles de ANH dejen de morir cada año.

Para esto necesitamos colaboradores, voluntarios, que estén dispuestos a ayudarnos y a hacer de este proyecto una realidad.

La AECV comenzará su andadura creando un mapa de las superficies comerciales y los productos veganos. Esta Base de Datos estará disponible vía web para consultar. Se podrá conocer el producto vegano (que está categorizado para su búsqueda), la superficie donde se vende, la ciudad, etc… Así cualquiera que desee consumir vegano podrá escoger el centro más cercano a su casa donde comprar ciertos productos. La AECV ofrecerá un servicio de información a los consumidores, y de orientación en la oferta existente.

La AECV realizará un censo de los veganos y vegetarianos que actualmente hay en España. Con esta información comenzará campañas de presión a las superficies comerciales, buscando avanzar metros en los estantes que exhiben los cadáveres recientes.

La AECV seguirá las quejas y reclamaciones de los consumidores veganos hacia los negocios que no ofrecen alternativas veganas. Cualquier vegano podrá escribir una queja en las hojas de reclamaciones, y la AECV seguirá el expediente para lograr mayor presión hacia las autoridades.

La AECV creará una certificación de productos veganos, que garanticen al 100 % que ese producto, ni el proceso de producción de dicho producto, han provocado sufrimiento ni muerte de ANH. Los productos con el sello de la AECV serán veganos al 100 %, libres de ingredientes y componentes de origen animal, tanto el producto final, como la materia prima empleada para producirlo.

La AECV, mediante el apoyo de otras ONG, realizará campañas de presión a las superficies comerciales y las marcas que estas vendan, para lograr la entrada de productos veganos en las estanterías.

Por favor, todo el que esté interesado en participar en este proyecto, que escriba a la Capirote o a Madriguera Veg, indicando nombre, ciudad, disponibilidad y tipo de ayuda (área de conocimiento) con el objetivo de crear los grupos de trabajo.

Aceptamos (más bien exigimos) sugerencias e ideas frescas que ayuden a conseguir el objetivo: Ganar espacio en las superficies comerciales para los productos veganos y restar espacio a los productos obtenidos de la explotación animal.

2 comentarios (+add yours?)

  1. Natalai
    Abr 17, 2012 @ 15:54:24

    Hola, Me gustaría mucho saber que ha pasado con todo esto, me parece muy interesante y creo que es una labor esencial.

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  2. Dolores Rodríguez Afonso
    Sep 05, 2013 @ 11:56:52

    Buenos días,
    Me interesa mucho la asociación, pero veo que no hay ninguna actividad, les agradecería algo más de información para tener un contacto más personal.
    Un saludo
    Dolores R.

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